Conocimiento económico aplicado a cuestiones psicológicas
Cuando anticipamos una recompensa mediante la imaginación (lo que comúnmente se llama "soñar con algo") nos "endeudamos" ya que experimentamos unas emociones hoy con cargo a un hipotético escenario futuro que damos por hecho o, como mínimo, como posible. En definitiva, podemos "bombear neurotransmisores" a base de anticipar unas realidades futuras mediante la imaginación, pero como luego esa realidad no llegue, las conexiones neuronales creadas en base a ese "crédito" tendrán que reajustarse a la realidad. Estos episodios de "reajustarse a la realidad", de "recortes", se les llama "crisis" tanto en la economía como en la psicología. Mi apuesta es que no es casualidad, que nuestro sistema nervioso sigue leyes similares a las de la economía. En otras palabras, llega el día de pagar la deuda y no hay con qué pagarla. Esa "bancarrota mental" me sirve como metáfora para explicar algunos tipos de depresión, en especial las que suceden a las personas que más tienden a refugiarse en ensoñaciones.
Cuando me hago planes de futuro impongo una carga sobre mi yo del futuro. Es un tipo de deuda moral que vence en el momento en que me toca hacer la acción planificada. Y si para entonces no puedo ejecutarla me hago un impago a mí mismo. Por eso postergar disminuye mi autoestima.
El mindfulness o la meditación pueden describirse como procesos en los que toda la atención se dirige a la propia atención. Es prestar atención a lo que se presta atención. Sería una especie de meta-atención. Si nuestra atención es un recurso escaso y limitado y nuestra energía se dirige allí donde va la atención, la monitorización de la atención se convierte en última instancia en una medida de control y ahorro energético. El mindfulness sería equivalente al control financiero. Con los ejercicios de atención plena podemos revisar a diario en qué nos gastamos la atención y evaluar si dicho gasto es deseable y, en tal caso, si se puede sostener en el tiempo.