Qué valor psicológico ofrecen las grandes narrativas de las tradiciones religiosas multiseculares
Retrasar la gratificación es algo tan humano que hemos desarrollado argumentos divinos para justificarlo, como el Karma o el Cielo/Infierno. Pero ¿cuál es el argumento para retrasar la gratificación cuando no hay una creencia de recompensa?
Puedes creer que la sociedad te recompensará el retraso de la gratificación. Pero ¿qué pasa cuando es evidente que vivimos una vida en peores condiciones que la generación anterior? ¿Cómo se retrasa la gratificación cuando se intuye que el futuro será peor que el presente?
Si hago gran sacrificio requiero una gran coerción, ya sea externa o interna, y suele estar motivada por la expectativa de un bien futuro. ¿Pero quién me garantiza que todo ese sacrificio tendrá recompensa? Y si la obtengo, ¿cómo sé que valdrá la pena?
¿Y puede realmente valer la pena si no hay nadie para compartirlo o si solo me beneficia a mí? Es necesaria la fe en que el retraso de la gratificación trae consecuencias positivas, la esperanza de que algún día llegarán y de que revertirán en otros como muestra de amor.
Una persona con un ángel y un demonio en cada hombro para mí simboliza que en cada decisión hay que balancear el interés propio y el interés colectivo. No es que tenga que elegir a uno u otro, sino que debo juzgar y decidir después de escuchar a los dos.
También puede ser balancear la gratificación instantánea (el cortoplacismo que simboliza el demonio) y el retraso de la gratificación (el pensar a largo plazo que simboliza el ángel).
La vida cambia e introduce incertidumbre. Cuando ésta se hace intolerable es necesario compensarla con realidades inmutables, estáticas, perennes. Pero ¿qué es lo más inmutable de lo que nos rodea? ¿Qué es lo que sabemos que estará ahí siempre?
El sol, los astros, el universo, la naturaleza... Todas estas realidades tienen una duración mucho mayor que la vida humana y pueden servir de refugio contra la incertidumbre. Pero todas ellas están al fin y al cabo sujetas a las leyes del espacio-tiempo.
¿Cómo sería una realidad inmutable y eterna que sirviera de protección psicológica contra la incertidumbre y estuviera fuera del espacio-tiempo? Sin duda sería una "ilusión", una "entelequia".
Pero si esta ilusión fuera colectiva, si fuera una alucinación en masa, ¿no adquiriría entidad por sí misma? Si todos pensamos lo mismo, ¿acaso eso que pensamos no se convierte de alguna manera en real?
Imaginar realidades inmutables fuera del espacio-tiempo de manera colectiva y al unísono es el recurso al que hemos recurrido contra la incertidumbre durante siglos.
Y cuanto más absoluta, incondicional y unánime es la aceptación de esa imaginación, mayor poder anti-incertidumbre tiene. Es fácil consolarse con la idea de inmortalidad cuando absolutamente todos los que te rodean, todo lo que lees y escuchas te reafirma que eres inmortal.
La ideología dominante no se manifiesta en el pensamiento que se impone en las disputas, sino en lo que está fuera de toda discusión, lo que "no puede ser de otra manera".
Mientras tres grandes narrativas discutieron durante siglos si el día sagrado era el viernes, el sábado o el domingo, lo que nadie cuestionó es que se debía descansar uno de cada siete días.
Mientras discutimos sobre si el origen de los males es el patriarcado, el wokismo o el globalismo, no cuestionamos el hecho de entender la realidad como conflicto de poder permanente entre opuestos, con unos dominadores y unos oprimidos.
La importancia de las grandes narrativas estriba en que ofrecen esperanza, identidad, significado, empoderamiento y conexión, que son elementos fundamentales para la propia salud mental. Ofrecen un "porqué" que permite afrontar cualquier "cómo", tal como señalara Viktor Frankl.
Las grandes narrativas permiten extender los comportamientos en el tiempo (más allá de la vida de un ser humano) y en el espacio (más allá de los confines familiares). Normalmente cuando cambiamos una conducta o un pensamiento esperamos ver los resultados en días, meses o, a todo estirar, años. Pero ¿cómo sería adoptar conductas o pensamientos que fueran heredables y poder ver los resultados tras varias generaciones? Y si se realizaran dichos "experimentos", ¿cómo almacenar cuáles son las conductas o pensamientos más exitosos a muy largo plazo (décadas o incluso siglos)? ¿No serían los ritos y credos que han sobrevivido hasta hoy aquellos con más información de valor para la supervivencia?